Sirvió en Italia con el hijo de Felipe V, siendo premiado con el título de Duque de la Conquista por su actuación en la campaña que le dio la posesión de Nápoles. Fue nombrado virrey de Méjico por Felipe V. El barco en el que se dirigía hacia Méjico fue apresado por los ingleses, y don Pedro, para que no se conociera su personalidad arrojó al mar sus credenciales, razón por la cual al desembarcar en Méjico, la "Real Audiencia de la Nueva España" no quiso reconocerle como virrey. El problema fue solucionado por el arzobispo de Méjico. Su principal labor fue la de defender los puertos del virreinato de los ataques de los ingleses.