A los cinco años se trasladó a vivir a A Coruña y a los quince fue a estudiar el bachillerato a Madrid. Allí conoció a León Felipe que, junto con Rafael Sánchez Ortega, editaron el periódico “Paso a la juventud” para venderlos en la calle.
Fue herido en uno de los bombardeos de la Guerra Civil y en el hospital desarrolló la idea del futbolín, inspirándose en el tenis de mesa.
Tras exiliarse en Francia, marchó a Ecuador, donde fundó la revista “Ecuador 0º,0’,0”, en la que dedicaba cada número a poetas de un país diferente. Después marchó a Guatemala, donde mejoró el futbolín y empezó a fabricarlos.
También vivió en México y allí se dedicó a las artes gráficas y a la edición.