Ramón Valcarce Vega


Seudónimo:Moncho Valcarce
Categoría: Sacerdote encuadrado en la teología de la liberación, agrarista y revolucionario
Fecha de Nacimiento: 5 de septiembre de 1935 (†1 de febrero de 1993)
Lugar de Nacimiento: A Coruña
 Currículum

Estudia el bachillerato en el Colegio de los Jesuitas de Vigo, finalizando el preuniversitario en el Instituto Masculino de la ciudad herculina. Se matricula en la Facultad de Derecho, para dejar logo la abogacía e ingresar en 1960 en el Seminario Mayor de Santiago con la intención de hacerse sacerdote. En el tercer curso va a Roma a estudiar Teología en la Universidad Gregoriana hasta 1963 que regresa al Seminario y mantiene una seria crítica a la educación ortodoxa, rígida que allí se daba, apartada de sus inquietudes espirituales, ligadas a una realidad social que consideraba injusta. Esta actitud lo llevó a su expulsión de la institución. Permanece un ano estudiando por libre en la Colegiata de A Coruña para luego, avalado por el sacerdote Manuel Espiña, y con el cambio del equipo rectoral del Seminario, regresar a Compostela y acabar ordenándose sacerdote el 19 de diciembre de 1969. De familia acomodada, optó por los pobres y la pobreza, así en 1971 asumió las parroquias rurales de Sésamo y Sueiro del Ayuntamiento de Culleredo. Allí adoptó una forma de vida humilde, sin admitir ningún pago por las labores eclesiásticas, hechas de un modo sencillo y participativo. Habitó en una destartalada casa rectoral, con nada suyo más que los libros, comiendo a veces en casa de su madre, manteniéndose como podía con el escasísimo dinero de párroco y ayudando a los campesinos en las labores del campo, identificándose con ellos como un vecino más. Inició un ejercicio pastoral y convirtió el espacio eclesiástico en un centro de vida popular, dinamizando actividades sociales y culturales, aglutinando a una juventud que tenía su casa como refugio de libertad, promoviendo una biblioteca ambulante y medios de difusión críticos, como la revista “Outeiro de San Cosme”, acogiendo y apoyando a miembros de grupos políticos de la oposición a la dictadura, asumiendo medidas reivindicativas frente a los problemas parroquiales. Moncho Valcarce entroncó su condición de clérigo con los principios de la teología de la liberación y adoptó una posición vital revolucionaria entendiendo que su modo de entrega a Dios era luchar por los más débiles hasta las últimas consecuencias, siguiendo fielmente las ideas de Jesús de Nazaret, con quien se identificaba plenamente. Se implicó, por lo tanto, en las luchas agrarias que tuvieron gran repercusión pública en los años de la transición política española una vez fallecido Franco, y de la que As Encrobas en su enfrentamiento con la empresa FENOSA fue la más representativa, siendo apodado por eso como el “cura de As Encrobas”. Pero le siguieron otros muchos lugares, Baldaio, Xove, As Enchousas, Fruime, Tordoia, Portodemouros, Cuota Empresarial de la Seguridad Social Agraria, etc. Años conflictivos de levantamiento campesino contra empresarios, caciques, absentistas y administración que los expulsaban de las tierras y de los montes, destruyendo casas y haciendas, cobrándoles contribuciones injustas. Con su presencia, Moncho Valcarce les daba fuerza para resistir, con su palabra denunciaba la injusticia de las agresiones y con su decisión de estar al lado de los campesinos hasta el final, se convirtió en un referente histórico del agrarismo gallego. Non le intimidaron ni los encarcelamientos, las multas, los insultos y vejaciones, las acusaciones de atentar contra la autoridad, las amenazas de muerte, incluso los palos y torturas que recibió en numerosas detenciones a lo que lo sometieron. Su fortaleza moral, proveniente de una fe inquebrantable, que ponía su vida al servicio del pueblo, lo llevó a comprometerse política y sindicalmente, en una línea nacionalista por comprensión al carácter de opresión colonial que adquiría el empobrecimiento de Galicia. De este modo, colaboró con las Comisiones Campesinas, firmó los estatutos de legalización de la ANPG, se presentó como Senador polo BN-PG en 1977 y ocupó el cargo de teniente de alcalde por el BNG en el municipio de Culleredo. Incómodo para la jerarquía eclesiástica, consiguen enviarlo en 1987 a Salamanca para hacer un curso de reciclaje en la Universidad Pontificia. Aquí tiene tiempo de reflexionar, transmitiendo las conclusiones en un interesantísimo documento “O compromiso político dun presbítero nunha realidade concreta: Galiza” en el que justifica claramente las tesis de la teología de la liberación. Moncho no podía separar fe, presbiteriado y conciencia de ser gallego. “Xesús -dice- nace e vive nunha realidade concreta coas circunstancias que lle rodean sometidas absolutamente ao dominio militar e opresor romano a quen se enfrontou, por iso o seguimento a Xesús ten que empuxar a un galego a sentirse membro dunha nación privada de soberanía, o crego debe identificarse radical e combativamente cos que sofren o peso da opresión para colaborar na conquista dunha nova Galicia e dun novo Mundo”. Al año siguiente regresa a Galicia, y la jerarquía logra que acepte formar parte de un equipo pastoral en As Pontes de García Rodríguez, formado por cuatro clérigos y cuatro monjas de la Compañía de María. En poco tiempo se hace querido por los vecinos, entra a formar parte de un grupo ecologista “Niño de Azor”. Comienza a dar clases de religión en el IES de As Pontes, que posteriormente le dio su nombre y siguió en la lucha colaborando con las Comisiones Campesinas, defendiendo los caseros de la aldea de Larín en Arteixo cuando en 1991 pretendieron expulsarlos de las tierras. En sus meses agónicos todavía tuvo tiempo de escribir un diario que vio la luz como libro bajo el título “Revolucionario e Místico. Diario íntimo da doenza final”. Un testimonio humanamente sobrecogedor delante de la muerte, de una persona que normalizó de tal manera su infortunio, que hizo del desasosiego de este hecho irreparable, un canto de esperanza, una llamada a vivir la vida con ilusión y un canto de ánimo a continuar en la lucha transformadora en la confianza de que la muerte no finaliza más que con el cuerpo pero no con la continuidad de unas ideas o de una fe.