Hijo de José Ogando Lamas y de Pastora Valcárcel Colmenero, a los tres años marchó con su madre a Buenos Aires, de donde los reclamó su padre que había marchado un poco antes. Allí se crió siendo un niño muy estudioso y responsable que era el orgullo de su padre. Con once años iba a hacer recados en la consulta de un dentista y ganaba unos pesos. En la capital argentina estudió, entre otros, en un colegio privado con un gran nivel y muy liberal. Su padre murió y su madre, él y su hermana Victoria, nacida en Buenos Aires, volvieron a Ourense en 1961. Le produjo una penosa impresión llegar con sus trece años una noche a aquel Ourense, que estaba a años luz del gran Buenos Aires. Vivieron en el piso alto de la casa familiar de Hernán Cortés, que ya cogía estudiantes, contaba Carlos muchas anécdotas de esta época. Estudió en los Maristas orensanos como externo. Cuando iba a la universidad, la madre decidió gastar los ahorros que tenía y en 1966 decidió comprar un piso en Santiago, en San Pedro de Mezonzo, que entonces estaba a las afueras rodeado de prados, por eso hubo quien la criticó, ¡mira que comprar fuera de la ciudad!
Luego comenzó a coger estudiantes para poder vivir y la zona se fue convirtiendo en lo mejorcito del ensanche compostelano. Carlos estudió Derecho llevando curso por año y con pocos suspensos, también con las típicas aventuras de estudiante. Al finalizar, y hecho un abogado sin trabajo, marchó a Barcelona. Consiguió entrar de oficinista en la Seguridad Social. En las horas libres comenzó de pasante en el prestigioso bufete de Octavio Pérez Victoria y gracias a su valía, pasó a formar parte del despacho pidiendo la excedencia en la Seguridad Social. Se casó en Cataluña con su novia compostelana Mari Pepa Beiras.
A los pocos años, las cosas no fueron bien con su mujer y se separaron. Él entró en una crisis emocional muy grande y regresó a Santiago, donde nada tenía profesionalmente. Puso un despacho con dos abogados santiagueses -compañeros de promoción- Manuel Martín y Antonio Espiñeira en la zona vieja que, pasados unos años, dejó para montar otro con Manolo Comendador (en la Plaza de Vigo y después en Dr. Teixeiro). Y ellos dos, unos años después, se integraron en Ágora Abogados con otros abogados. Tenía mucha fama como abogado laboralista en toda la zona. Trabajó activamente en Justicia y Sociedad (asociación progresista) y se metió en muchos negocios no siempre provechosos económicamente pero en los que ponía toda su ilusión: cría de miocas, tienda de plata, revelado de fotos, fichero de altos cargos gallegos... Estuvo unos meses de cooperante con un médico en Bolivia, tuvo una época de esperantista, que lo llevó a viajar por los entonces países comunistas europeos en su Ford Fiesta (Carlos Ogando Valcárcel, advokato, iama fakdelegito pri juro, mortis en Santiago de Compostela (Hispanio) en 2005, dice en una revista esperantista). También viajó por Argentina y Brasil y por toda España. Siempre se interesó por temas esotéricos y ocultistas, lo que lo llevó a irse acostumbrando a una biblioteca especializada. Y llevó las ideas a la práctica, ya que tuvo épocas de Rosacruz y de masón. Allá por enero de 1995 conoció a Ángeles Cid, que pasó a ser el amor de su vida. Ella hizo que se dulcificara un poco su carácter y se hizo más familiar, ya que tenía un carácter especial y muy poco paciencia. Se casaron el 5 de marzo de 2004 (23 días antes de morir). Vino la jueza y los funcionarios a su casa, firmaron Victoria y Eduardo Cid, también estaban Pilar (cuñada) y Rosa (amiga) y Anxo, que lo filmaba todo. Luego fueron a comer al Estanco, donde se unió el sobrino Paulo.
A finales de enero comenzó a sentir dolores de cabeza y pérdida de equilibrio, se le diagnosticó cáncer de pulmón. Llegó a poner dos sesiones de quimioterapia y 10 de radioterapia. Pero de pronto tuvo que ingresar en el Clínico y murió el domingo 28 de marzo de 2004 rodeado con los mimos de Ángeles y Victoria. Por el velatorio pasó medio Santiago: toda la profesión, amigos, familia, Pérez Touriño, Xerardo Estévez, hasta el alcalde Sánchez Bugallo mandó una tarjeta. Se enterró el lunes 29 en Alongos, porque era donde él quería. El cura de O Incio, padrino del cuñado Anxo, pronunció una emotiva homilía. Hubo esquelas en La Voz de Galicia, La Región y El Correo Gallego.