José Prieto Verdes


Fecha de Nacimiento: 6 de agosto de 1957 (†abril de 1980)
Lugar de Nacimiento: Labrada, Abadín (Lugo)
 Currículum

Uno de los lemas que rigió y animó la vida de José Prieto Verdes fue hacer de su parroquia y de su diócesis una “familia de familias”.
Completada su formación en el Seminario de Mondoñedo –desde 1940 a 1952- fue ordenado sacerdote en el Congreso Eucarístico Internacional de Barcelona (mayo de 1952), junto con otros 18 compañeros de su curso, que constituían el grupo más numeroso de ordenados en nuestra diócesis.
Su primer ministerio fue el de Administrador del Seminario (1952-58): un cargo especialmente trabajoso en aquellos años, en que el Seminario de Mondoñedo estaba realizando las obras de reforma y ampliación, que lo habían puesto un poco más al día. “No podemos menos de reconocer que nunca pagaremos al Seminario lo mucho que le debemos”, decía él en una carta circular. Continuó luego en el Seminario otros tres años (1958-61) como director espiritual, cambiando las inquietudes económicas por la educación en la fe y en la causa misionera.
Después de un breve paréntesis de dos años de estudio en la Universidad de Comillas, donde obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico, volvió a la diócesis para hacerse cargo de la “Domus Ecclesiae” de Ferrol, recién inaugurada, y de la enseñanza de Religión en el Instituto Femenino. Le quedaba todavía en esta etapa otro campo que cultivar: la Administración Diocesana (1966-73), en que volvió a sentirse como promotor de la “familia de familias”, tratando de responder a sus urgencias y necesidades.
Por fin, en 1973 empezó para él la última aventura “familiar”: la parroquia del Carmen en Ferrol. “Hoy mi único trabajo y mi única preocupación es la Parroquia”. Fueron cinco años de trabajo pastoral, vivido en comunión con sus colaboradores: “consuela y reconforta haber visto cómo tal número de personas, con ideas tan distintas, hayan sabido unificar criterios para crear en la parroquia un clima de “familia”.
Nos queda como recuerdo el estímulo y el testimonio de su vida, tal y como recogía la Hoja Parroquial en diciembre de 1980:
Don José dedicó su vida, con una entrega sin límites, a trabajar por el Evangelio en bien de todos. Se acabó su vida terrena; pero ha dejado sembrada la semilla; ha abierto camino. Ahora nos toca a nosotros continuar trabajando para que esa semilla no quede estéril, para que ese camino se ensanche y se alargue, para que nuestra convivencia cristiana sea cada vez más –como él gustaba de resaltar- una gran familia de familias”
Los que ahora pasamos por aquellas tierras de Labrada, donde él nació y donde está su sepultura, nos acordamos de lo que él decía cuando estaba en el hospital sufriendo su agonía: “eu non penso, eu ofrezo!”.

Texto: Uxío García Amor