Su casa familiar está a la orilla del río Lérez y enfrente del monasterio benedictino dedicado a San Benito de Lérez. Hijo de padre Guardia Civil y madre campesina y excelente ama de casa, pasó su infancia en esta casa, que sería su referencia familiar durante toda su vida. A pesar de las dificultades económicas propias de esos años en las zonas rurales gallegas, tanto Gonzalo como su hermano José, que había nacido dos años después, pudieron cursar estudios en el Instituto de la Inmaculada, en la ciudad de Pontevedra, y después tener acceso, tras superar las pruebas de acceso, a la Academia General del Ejército en Zaragoza.
Tras tres años en la Academia de Zaragoza y dos más en la Academia Especial de la Guardia Civil en Madrid, Gonzalo Jar toma posesión de su primer empleo como Teniente de la Guardia Civil entre los años 1972 y 1973 en la Academia de Guardias de San Lorenzo de El Escorial, lugar donde conocería a la que años después sería su mujer y compañera en el resto de su vida.
Tras esta breve estancia en la pequeña villa de la sierra madrileña, vendría su primer destino como Teniente Jefe de Línea de Pola de Lena (Asturias). De esos años siempre guardó buenos recuerdos, aunque también acompañados siempre de dificultades, no sólo por tratarse de su primera experiencia como jefe de un destacamento, con apenas 24 anos, si no también por las dificultades propias que presentaba una zona minera, con fuerte tradición obrera, en los últimos años del franquismo. Estos años fueron de una gran importancia personal y profesional, y acabaron con la boda con Mariluz, en el Alto de Pajares, en la pequeña ermita románica de Santa María de Ervas, el 23 de marzo de 1976.
En 1977, Gonzalo Jar se incorpora como Teniente Jefe del Destacamento de Tráfico de Lugo, ciudad donde se quedará durante dos años, desarrollando una parte de la profesión de Guarda Civil más clásica y conocida por los ciudadanos, recorriendo las carreteras y su demarcación, normalmente en el coche, acompañado de su inseparable conductor, y en otras ocasiones en la moto.
Obligado por las condiciones propias del cuerpo armado, de nuevo en 1979 llega el momento del ascenso y del cambio de puesto y lugar de residencia, y Gonzalo y su mujer (que como hija y nieta de Guardia Civil conoce bien los obligados cambios que la profesión conlleva) se instalan en Torrelavega, Cantabria, como Capitán Jefe de la Compañía de esta ciudad, donde en 1980 nacerá Ana, la primera hija del matrimonio.
En 1981 comienza la larga etapa en la sierra madrileña, con residencia en Guadarrama. Gonzalo Jar desarrolla su empleo como capitán profesor primero, y comandante después, en la Academia de Cabos de Guadarrama (hasta 1989) y en la Academia de Promoción de San Lorenzo de El Escorial (entre 1989 y 1993).
La vida durante estos años fue de gran importancia personal pero también profesional. En 1983 nacerá su segunda hija, Marta, y un año después obtiene la Diplomatura en Criminología, a la que seguirá el inicio de los estudios de Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, que finalizarán con la lectura de su tesis sobre el modelo policial español, obteniendo con la máxima calificación el Doctorado en Ciencias Políticas. La tesis sería publicada años después, en 1995, por la editorial Dykinson.
Paralelamente al desarrollo de intereses académicos en la Universidad, Gonzalo Jar desarrolla lo que fue una de sus pasiones, la enseñanza. Siempre confiando en las posibilidades que un buen sistema académico puede ofrecer a los profesionales, se dedica con todo interés y esfuerzo a su labor como profesor, años de los que siempre guardará un buen recuerdo, compartido por la mayor parte de sus alumnos, que años después recuerdan todavía los mensajes que en esas aulas recibieron.
En 1993, con motivo del ascenso a Teniente Coronel, la familia se traslada a Madrid, instalándose en la Dirección General de la Guardia Civil, que será su domicilio hasta la muerte de Gonzalo Jar Couselo. A partir de este momento comienza una exitosa carrera profesional en el ámbito de la Guardia Civil, pero también en el ámbito académico, se sucedieron la publicación de varios artículos y libros que profundizan en sus estudios policiales y de seguridad y participaciones en diferentes universidades y centros de estudio, españoles, pero también extranjeros (Holanda, Francia, Argentina y República Dominicana).
Es también en estos años cuando Gonzalo Jar Couselo comienza a formar parte del Centro de Estudios de Derecho Internacional Humanitario (CEDIH) de Cruz Roja, y que finalizó siendo una de sus verdaderas pasiones. En este centro desarrolló las tareas de divulgación del Derecho Internacional Humanitario, y estudios sobre Minas Antipersona, Bombas Racimo o periodistas de guerra. Además, le permitió vivir experiencias como la estancia en Mozambique durante dos meses, impartiendo cursos a los mandos militares del país africano, o en México, así como su condición de perito en el juicio en la Audiencia Nacional por la muerte del periodista José Couso en la guerra de Irak.
En su condición de Guardia Civil, ocupó diferentes empleos, primero durante un año en el Gabinete del Director General de la Guardia Civil, en el Gabinete de Estudios y Prospectiva de la Secretaría de Estado de Seguridad, en el Ministerio del Interior, y, finalmente, entre 1997 y 1999 en la Subdirección General de Personal.
En 1999 Gonzalo Jar llega a Gerencia de Infraestructuras y Equipamientos, organismo autónomo adscrito a la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio de Interior, donde comenzará como Jefe de Área, llegando a ocupar en 2003 el cargo de Secretario General, ante la repentina muerte de su jefe y amigo Juan Carlos. Durante estos años llegarán los ascensos a Coronel (2000), General de Brigada (2004) y General de División (2008).
Estos años fueron años en los que se mezclaron las buenas y no las tan nuevas. Si bien es cierto que consiguió dirigir con éxito el organismo del que se hizo cargo en 2003, es también cierto que la salud no le acompañó, siéndole diagnosticado un linfoma en el año de su ascenso a Coronel, año 2000. Los momentos duros que trajo la enfermedad se vieron agrandados por las dificultades encontradas para su clasificación para acudir al curso que habilitaba a los coroneles para ser nombrados, en su caso, generales; sólo la Justicia de los tribunales consiguió que se resarciese esa injusta desclasificación, pudiendo participar en el citado curso, al que le siguió su ascenso a General en el año 2004, luego de los esfuerzos personales y de muchos amigos que supieron estar a su lado en unos momentos tan complicados.
Durante todos estos años no olvidó Galicia, Lérez, donde quedaron sus padres y amigos, y donde el día de su muerte residían su bienquerido hermano, como Segundo Jefe de la Comandancia de Pontevedra, su bienquerida y adorada madre, que a sus 84 años esperaba, rezando a San Benitiño, su recuperación tras meses de hospitalización en Madrid. Desde que había salido de su barrio para comenzar su vida profesional como guardia civil, llevó consigo el recuerdo de su tierra, y llevó también la lengua, que supo enseñar, con mucha dedicación y cariño a sus hijas, con las que siempre habló una lengua que primero escuchó y habló, el gallego. Y fue precisamente en los últimos años de su vida cuando entró en contacto con buenos amigos, de los que siempre se lamentó de haberlos encontrado tan tarde, los miembros de la asociación de funcionarios por la normalización lingüística, iniciándose una serie de colaboraciones, que incluyeron publicaciones, participación en actos y reuniones en el ámbito de la lucha por la defensa de una lengua y cultura como es la gallega.
Sus contribuciones a la normalización lingüística están recogidas en la obra colectiva “En galego,con toda seguridade” y “En galego, agora e sempre”.
Fue así que participó en dos ocasiones como miembro del jurado en los Premios de la Crítica en Mondariz, o que en julio de 2009 fue nombrado Juez Honorario del Coto Mixto, y que dos meses después envió para Galicia, lo que vino a ser uno de sus últimos escritos, “Viaxe o fin do mundo”, en el que volvió a su infancia a través del recuerdo de su primera salida de Lérez para ver el mar.