Su madre fue Josefa Nieto Villagal, que también había nacido en la misma parroquia, y estaba casada con Luís Pernas Prieto, que procedía de la vecina feligresía de San Pedro de Candia. Cuando Daniel era todavía un niño, su familia abandonó su tierra de origen para ir a residir a una vivienda en la calle mindoniense de Rigueira.
Con trece años ingresó de alumno en el Seminario Menor de Santa Catalina de Mondoñedo, y diez años después, tras terminar sus estudios de seminarista, fue ordenado subdiácono el 13 de junio de 1908. Y casi un año después, el 18 de abril de 1909, el obispo Juan José Solís lo invistió sacerdote junto con otros trece compañeros suyos.
Daniel inició su periplo poético cuando todavía se encontraba en Mondoñedo. Uno de sus primeros poemas fue el que dedicó a Juan José Solís y Fernández en el momento de su ordenación como obispo de Mondoñedo en 1907.
El primer destino eclesiástico de Daniel lo llevó a la Comarca de Ortigueira en los primeros años de la segunda década del siglo XX. En Ínsua ejercerá de párroco de la parroquia de San Juan y, más tarde, en el hospital-asilo de Ortigueira desempeñará la labor de capellán. Pernas pasa casi tres décadas conviviendo con los orteganos. Durante todo ese tiempo, a la vez que desarrolla su tarea sacerdotal, seguirá escribiendo poesías de carácter religioso y costumbrista que publicará en los semanarios Vallibria, Hoy, As San Lucas y Acción Social de Mondoñedo, pero también en la prensa de otras localidades gallegas como en Las Riberas del Eo o La Comarca de Ribadeo, y, posteriormente, en la revista regionalista Aurora de Vilalba, La Voz de Ortigueira, la Ilustración Gallega de Vigo y El Compostelano de Santiago.
El político e impresor de Ortigueira, Jesús Fojo, le ofreció la oportunidad de recopilar muchos de sus textos para ser editados en formato de libro. Para la publicación de su único libro, A fala d'as musas (1936), Daniel le pedirá la autorización correspondiente al entonces obispo de Mondoñedo, Benjamín de Arriba y Castro, con el fin de que se evalúe si el texto pudiera contener algún elemento que pudiese ser constitutivo de un perjuicio moral contra la Iglesia. La respuesta de la autoridad católica fue que no “contenía nada contra la fe y buenas costumbres”. Así también, los textos debieron superar la censura gubernativa, ya que estaban escritos en gallego, un idioma que en aquellos momentos estaba proscrito para efectuar cualquier manifestación pública, a pesar de ser la lengua vernácula de Galicia y el modo en que comúnmente se expresaba la inmensa mayoría de su población.
Obtenidas las preceptivas licencias, la obra salió publicada de la imprenta de Jesús Fojo en Ortigueira el 23 de diciembre de 1936 con un prólogo escrito, a petición del autor, por su paisano Álvaro Cunqueiro, que, por entonces, estaba trabajando como profesor en la Academia de Ortigueira. Éste lo había redactado en castellano, y, supone en sí mismo una auténtica obra literaria de gran delicadeza, en la que hay fragmentos tan elogiosos al contenido y a su autor como: “Es este libro la obra y el sueño de un hombre natural y escuetamente gallego”, “No es esta obra el anverso delicado de una tela de China. Es una blanca sábana de puro lino, florecida, por la gracia que alcanza el que con ángeles sueña, de las más hermosas flores de Galicia da al que labra la tierra de su lengua”. En cuanto a la portada, ésta fue dibujada por el artista mindoniense Bernardino Vidarte, amigo personal de los dos escritores implicados en la obra, y autor, a su vez, de algunas portadas de libros del escritor de Merlín e familia.
Los temas de A fala son los comunes a toda la obra de Daniel y en los que sigue la línea poética trazada por Antonio Noriega Varela. En conjunto, los 26 poemas a pesar de no poseer un gran mérito literario, significan un hito para el idioma gallego al estar publicados en un periodo en que la transmisión de la cultura de Galicia ya no se puede desarrollar en su propio idioma, o como reconoce Carballo Calero en su Historia da literatura galega contemporánea: "cando as musas galegas deixaron de falar en galego en letras de imprensa". Un hecho que es a la vez curioso, ya que fueron un cura, Daniel Pernas, y un falangista, Angel Sevillano, los únicos que se atrevieron a seguir cultivando el idioma vernáculo sin levantar las sospechas del nuevo régimen.
Cunqueiro volverá a recordar muchos años después a Daniel Pernas en su libro Xente de aquí e de acolá (1971). En él lo retrata burlándose de su notable apetito y su gusto por la buena mesa: “Sabe Deus o que soñaría o reverendo don Daniel Pernas Nieto con axuda deles [lentes], que valencianas brancas, que viños tintos, que troitadas, que festas, naquelas longas e frías noites de inverno, cando acinzan coa xeada as polas núas dos bidueiros!”.
Los años siguientes a la publicación de A Fala, Fojo seguirá publicando otros poemas en gallego de Pernas Nieto, y que éste anunciará que serán compilados y reproducidos en un segundo volumen, algo que nunca ocurrió. Tras el primer periodo de postguerra, Aquilino Iglesias Alvariño será el primer autor que se decida a publicar una obra en el idioma autóctono de Galicia que será Cómaros verdes (1947), editada en Vilagarcía. Este autor, nativo del mismo ayuntamiento que Daniel, romperá con el silencio del gallego en la literatura editada en Galicia, una senda en la que le acompañarán Otero Pedrayo, Ricardo Carballo Calero, Eduardo Blanco Amor, Álvaro Cunqueiro, Ánxel Fole, Xosé Neira Vilas y Pimentel, entre otros muchos.
En cuanto a la tarea sacerdotal de Daniel Pernas, hay que indicar que tras su estancia en Ortigueira, las autoridades eclesiásticas le encomendarán primero la feligresía de Santa María de Vilavella en As Pontes, para después confiarle las de Santiago de Baroncelle y Aldixe en Abadín, a la que seguirá la de San Pedro de Fazouro en Foz y, por último, la de Lindín-Argomoso en Mondoñedo. En el mes de febrero de 1944, su salud va a empezar a deteriorarse cada vez más, lo que le imposibilitará seguir con sus deberes parroquiales. Sus últimos días los va a pasar internado en el Hospital de San Pablo, donde fallecerá a las 15 horas del 18 de julio de 1946.
Por José Manuel Suárez Sandomingo