Arturo Souto mostró su afición por la pintura ya desde niño al lado de su padre, pintor aficionado, y fue en 1920 cuando al trasladarse con su familia a Sevilla se consolidó su vocación, entrando en contacto con otros artistas andaluces. En 1922 se fue a Madrid e ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y tres años más tarde realizó su primera exposición. Gracias al dinero conseguido con la venta de algunos de sus cuadros consiguió viajar por primera vez a París en 1926 y dos años más tarde viajó allí de nuevo gracias a una beca de la Diputación de Pontevedra. Posteriormente regresó a Madrid y participó en la Exposición Colectiva de Arte Gallego (1928) y en las exposiciones individuales en el Ateneo (1929) y en el Lyceum Club 1930). Por esta época reanudó sus contactos con Galicia y fue en 1930, a través de su amigo el poeta Luis Pimentel, cuando entró en contacto con el grupo de intelectuales de Lugo. Antes de la Guerra Civil realizó importantes muestras en Madrid, Bilbao, Copenhague y Berlín (1932), Madrid y Galicia (1933) y Barcelona y Florencia (1934). Tras recibir el premio "Roma" en 1934, se trasladó a Italia para perfeccionar sus estudios. Como dibujante gráfico, colaboró en las revistas El Combatiente, Madrid, El mono azul y Nova Galiza. Tras abandonar Europa, viajó primeramente a La Habana, donde llevó a cabo una exposición con gran éxito. Posteriormente viajó a Estados Unidos, donde también realizó varias exposiciones y en 1942 se trasladó a Méjico, donde se instaló con su familia. En 1962 regresó a España y tras permanecer hasta 1964 viajó de nuevo a Méjico para recoger sus posesiones e instalarse definitivamente en Galicia.
De su abundante obra destacan fundamentalmente los siguientes óleos: Tres figuras clásicas, Mujeres y cántaros, Concierto, Los cuatro jinetes del Apocalipsis, El caballo blanco, Cámara de tortura, La dama del abanico, La dama triste, Las jóvenes provincianas, Mujer con sombrero negro, La siesta, La barca negra, Maternidad campesina, etc.