La lírica gallega consigue su período de esplendor en el reinado de Alfonso X, que ocupó el trono de Castilla y los demás reinos unidos a él y que se convirtió en un mecenas universal del arte y la cultura. Alfonso X tenía una gran formación, incluso musical. Pasó parte de su infancia en Galicia (Maceda-Ourense), donde aprendió el idioma en el que escribió sus cantigas. La corte de Alfonso X fue un foco de cultura y un centro de aprendizaje en el que se realizó una importante labor de traducción y compilación de todo el saber de la época.
Si bien el monarca no simpatizaba mucho con Galicia, escogió el idioma gallego para su expresión poética en una gran obra que abarca todos los géneros, incluso la lírica narrativa y de loor de carácter religioso. El Cancionero religioso está constituido por las Cantigas de Santa María. Se trata de un conjunto de 427 composiciones en honor a la virgen, que pueden dividirse en dos grupos: cantigas narrativas (canciones en los que se cuentan los milagros atribuidos a Nuestra Señora) y cantigas líricas (oraciones y cantos en honor a la Virgen). Son puramente líricas las "maias", de las que sólo se conserva una. Son canciones en honor de Santa María celebrando la llegada del mes de mayo. El grupo más importante dentro de las cantigas líricas está formado por las cantigas de loor, que se intercalan entre cada nueve cantigas. Son una transposición a lo divino de la cantiga de amor trovadoresco, en las que el rey trovador canta y ama a la Virgen. La métrica de las Cantigas de Santa María es muy variada y las discordancias métricas se explican por la música que tenían como base. Así pues, las Cantigas constituyen la joya más preciada de la literatura gallego-portuguesa.